Llinás explicó que un producto que resulte de aplicar esa tecnología podría ser administrado a pacientes hospitalizados. Se trataría de minúsculas cápsulas de oxígeno, cien mil veces más pequeñas que el grosor de un cabello. Explicó que, además de llevar oxígeno en grandes cantidades, las nanoburbujas tendrían un efecto anti-inflamatorio, neuroprotector y de optimización celular.
“Es una nueva terapia para mantener en buen estado a hombres y animales, es una verdadera revolución”, aseguró.
Aunque no se refirió a cuando se dará la finalización del proceso, sí dijo Llinás que esta nueva tecnología científica podría tratar además enfermedades como esclerosis múltiple, infarto cerebral, deterioro celular, isquemia y asma. Dejó en claro que faltan alrededor de dos años de investigaciones, pero que de comprobarse su efectividad, se podría usar antes.
El científico explicó que probó esta solución o agua, en peces y el resultado fue sorprendente. Contó que apenas metió dos de estos animales en el agua tratada con nanoburbujas, éstos empezaron a moverse un poco y luego se fueron al fondo del recipiente, relajados con los ojos abiertos.
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